viernes, 25 de marzo de 2016

Querido Dios II:

     No Te escribo hace seis meses, una semana y un día. Perdona mis palabras encolerizadas. 

     No sabía que desde que nací, siempre Velaste por mi. El trágico día del 24 de febrero del 2006, los médicos dijeron en Mayagüez que no había remedio y me encerraron en un cuarto para esperar que terminara mi hemorragia interna. Es la historia en este blog llamada "130 MILLAS".  Desde ese momento, Activaste Tu ejército de ángeles, los médicos decían que la ambulancia aérea estaba en otra parte del Caribe y ni si quiera habían activado el protocolo para que una ambulancia terrestre me transportara al Centro Médico de Río Piedras. Mami fue quién llamó a sus contactos de enfermería. Llegué escoltada por una caravanas de políticos azules y llegué en una hora y quince minutos. Aún había sangre en mi sistema para sacar mi dedo del corazón a quienes se burlaban que la más machetera estaba siendo escoltada por el bando azul. 

     Siete años después, Te escribo esa infame carta, el 17 de septiembre del 2013, sin saber que había un ser que crecía en mi vientre. Te agradezco que Fuiste, como siempre, por encima de las palabras de los médicos, que dijeron que el jardín de mi cuerpo, se había secado con tantos rayos-x que recibió. 

     Al parecer, jamás nacerían en mi jardín, flores ni frutos. Y nunca lo supe, nunca me lo dijeron. Hasta que llegó el Gran Indio Cacique. Ese ser que me mantuvo en la tierra. Por más daños emocionales, físico y psicológicos a los que estuve expuesta por un mono salvaje que casualmente le gustaba escarbar en la tierra y sembrar semillas poderosas. Semillas que dieron fruto al ser que más amo en esta tierra. Gracias por otra vez Obrar en mi. 

     Gracias por darme tantas experiencias para ser el espíritu que te escribe. Esa ave fénix que se quemaba y se destruía por aquel mismo mono salvaje que se aburrió con las cenizas que quedaban de mi cuerpo, que él mismo quemó y se fue a jugar con una montaña de estiércol. 

     Saqué el mono salvaje que me obligó a cometer esa locura de querer irme Contigo, sin pertenecer a los cielos aún. No una, si no dos veces. Intenté perforarme la vena de la mano derecha y el mono salvaje me arrebató el cuchillo. Luego como suicida inexperta me orienté sobre la localización de la vena femoral, por Internet. ¡Google puede ser tanto un arma de construcción masiva como un arma de destrucción másiva! Me acuchillé pero el cuchillo que siempre estuvo afilado para cortar mejor los alimentos, no perforaba mi piel, apenas dejé una línea roja en mi piel. Me perforé, irónicamente con un bolígrafo, el arma que un momento dado me salvó, escribiendo mis emociones. Lo hice en un momento en que estuve sola y El Gran Indio Cacique estaba con la madre de esta Reina. Acepté ir voluntariamente al Hospital pues la madre que estaba cuerda y a gritos mudos pedía ayuda a oídos sordos de un cavernícola y a una Reina dormida, le decía: -"Necesitas ayuda, El Gran Indio Cacique, te necesita, ningún animal salvaje merece tu vida".

     Ese mono salvaje, lo recogí de las calles, le contruí un Reino sin tener él que dar un tajo. Durante dos años, lo mantuve, le daba de comer, lo eduqué y pensé que el mono salvaje había desaparecido, pero simplemente evolucionó a un cavernícola. 

     Un cavernícola que me gritaba a la cara: "inválida, basura, mierda". Un cavernícola que me agarraba por el cuello y me levantaba de la silla hasta dejarme inconsciente. Un cavernícola que me tiraba contra la cuna del Gran Indio Cacique. Un cavernícola que me grabó en la mente: -"Yo no tengo la culpa de que yo pueda caminar y que tú, por pendeja tuvieras ese accidente, supéralo ya". Un cavernícola que cuando llevaba el fruto de su semilla aún madurando en mi vientre, aceleraba el carro y tiraba un perro, pequeño y negro, llamado Tonka contra el compartimiento de mi carro, en contra de mi voluntad. Y lloraba desconsolada mientras recibía los fluidos del cuerpo de Tonka escapando por todos sus orificios, asustado. Tuve que contener y ahogar mis sollozos, pues el cavernícola, me gritaba, mientras me amenazaba con hacerme lo mismo que le había hecho a Tonka.

     Ese reino, incluía ropa, educación, reválida, licencia de mecánico, sus documentos, ya que había nacido en el Bronx y era un indocumentado. Todo salió de mi capital, yo que era una Reina, me veía obligada a trabajar desde el 15 de noviembre del 2013 hasta el 25 de abril del 2014 hasta que ya no podía respirar, pues el útero con todo el líquido amniótico me oprimía tanto la vejiga, como los pulmones, me mareaba por falta de oxigenación en el cerebro y escupía sangre. Estuve cuatro meses de maternidad, pasé hambre, pues tenía que lactar y cuando no había comida, no había fuerza humana que lo hiciera ir al supermercado. Y tenía que rogarle que comprara comida, al menos para El Gran Indio Cacique. Me aislaba de mi familia. Los extrañaba tanto. Tenía que rogarle que limpiara, al menos sus regueros y comenzaba a espepitar improperios. Limpiaba de mala gana, recortaba la grama de mala gana. No pagaba agua, luz, comida, renta, dormía al lado de una reina con aire acondicionado. Una reina que arriesgó su vida por darle un hijo, ya que por mi condición de paraplegia podía tener un episodio de dirresflexia autonómica y terminar con un derrame cerebral y quedar atada a una cama con muerte cerebral.

     Ese reino fue invadido a los cinco meses de estar trabajando en un trabajo que esta Reina le consiguió al cavernícola. Fue llenándose por estiércol, @cienmilcaracoles y las mariposas de amor se convirtieron en cucarachas. El cavernícola en lugar de sacar los @cienmilcaracoles del reino y ocuparse de su reina, moribunda, quien él mismo, paulatinamente iba llevando a una depresión mayor severa. Me decía, me culpaba de ser una madre irresponsable, una mala madre por perder chupetes que él mismo botaba, por no encontrar un par de medias a tiempo. Una vez, le abrí la puerta, "de manera incorrecta", según él, y estuvo cuarenta y cinco minutos hablando, exponiendo las razones por las que no valía nada, las razones por las que era "una mala madre" mientras me bajaban las lágrimas por las mejillas, rogándole que por favor se detuviera, que por favor parara, cómo ruega una sobreviviente de una violación violenta, le ruega a su violador que se detenga. Él coleccionó @cienmilcaracoles y los guardó en su Tumblr, en lugar de barrerlos del suelo y ocuparse de su reina.

     Gracias, por darme la fuerza de una artista marcial, cinta negra que aún recordaba cómo devolver un puño con pulseras de metal en sus nudillos, en defensa propia. Pensé que tenía el coraje y el corazón para luchar contra sus maltratos hasta que vi los @cienmilcaracoles y me harté. Yo no ruego por relaciones que no existen. Hice una carta pidiendo perdón, dejándole mi reino al Gran Indio Cacique. Pero desperté, gracias por Despertarme, gracias por Darme la pasión del Coral de Fuego para quemar al cavernícola, sanar y perdonar. 

Ahora Coral de Fuego no morirá jamás, gracias por Tus respuesta, se despide...
La Reina: Coral de Fuego

domingo, 13 de marzo de 2016

¿Qué eres capaz de soportar por amor?

Les comparto este cuento que me facilitó mi psicoterapeuta. Re escrito por María Marín, quien a su vez se lo encontró en un blog.

     Había un vez un Rey que buscaba pretendientes para convertirla en su Reina. Miles de mujeres se presentaron al palacio, hasta que llego este único mujerón que parecía descendiente de Iris Chacón. Hermosa como ella sola, le propuso al Rey: -"Soy capaz de hacer lo que ninguna mujer sería capaz de hacer. Permaneceré durante cien días frente a este reino, sin comer, sin beber, sin techo ni cobijas. Si he de cumplir esta hazaña pues seré merecedora de ser tu Reina"

     El Rey accedió muy intrigado. Luego de veinte días, el Rey se asomó para ver como le iba a su futura prometida y desde lejos mostró su aprobación con una sonrisa. Pasaron otros treinta días y el Rey se sorprendió ante la evidente pérdida de peso de la hermosa doncella. Para animarla, levantó su copa de oro, llena de vino tinto, en señal de apoyo. Al cabo de noventa días, cuando el Rey se asomó por la ventana, notó que la dama estaba demacrada, esquelética y su cabello era un matojo de greñas alborotadas. Al verla tan decaída, levantó su pulgar, animándola a continuar.

     Todo el pueblo estaba emocionado, porque al parecer la damisela estaba a punto de cumplir su promesa y pronto tendrían una reina. Después de 99 días y 23 horas, la mujer estaba sumamente pálida y era obvio que estaba muy enferma. De repente, sucedió algo totalmente inesperado. La hermosa mujer, a duras penas, se levantó y se marchó del palacio. Nadie podía creer lo que sucedía. Al llegar a su hogar, su padre, le preguntó angustiado: -"Hija mía, porque renunciaste si estabas a ley de unos minutos para ser Reina?

     A lo que ella le respondió: -"Soporté las peores calamidades, hubo ocasiones en las que me sentí desvanecer entre el hambre y el frío. Esperé 99 días a que el Rey se compadeciera de mi y me liberara de esa tortura, sin embargo lo único que hizo fue alentarme a continuar con mi martirio y sufrimiento, demostrándome su desconsideración y egoísmo. Una persona así, no merece mi amor".

Alguien que te haga sufrir o que no sea capaz de dar lo mismo que tú, simplemente no te merece...

Y ahora con ustedes, un poema...

Niñito impresionable, nunca habías conocido una mujer. Me conociste y te impactaste. No supiste manejar tanto poder. Te hice mío y te hice un hombre. Te hice olvidar hasta tu nombre. Mi tarea contigo ya terminó. Y hasta mi vida peligró. Hasta siempre compañero. Mi propósito con usted está hecho. Te deseo la felicidad con recelo. No obstante, estás entero. No llores más mi niñito querido. Lo nuestro fue tan bonito. Recordemos todo lo ilógico. Tus bendiciones te las amplifico.

lunes, 12 de octubre de 2015

Darío vino para llenar esta ausencia...

Para ti que viniste a mejorar la raza y junto con ella mi vida...

Fuiste una razón de peso,
y temía darte mis besos.
Tenía miedo de tenerte,
Tenia miedo de perderte.

Aunque mucho dolor sostuve,
y así con miedo te tuve.
Eres un motivo para mejorar,
motivos para mis miedos devorar.

Pero ahora temo más,
ahora importa tu paz.
Tu bienestar y felicidad,
Mamá, Papá; complicidad.

Un objetivo en com
ún.
Eres mi negrito tuntún.
Mi niño, mi lindo indio,
gracias por mi norte fijo.




lunes, 13 de julio de 2015

¿Qué aprendiste en la Universidad?





     Hola. ¿Qué tal? ¿Cómo les va? Hace tiempo que no pasaba por acá. Ahora, un par de meses y libras después, me encuentro con la necesidad de catarsisiar mis emociones de manera digital. Tengo mucho que sentir y a veces no se ni cómo manejarlo, simplemente dejo que mis dedos tomen el control del teclado y bailen. Que bailen de la manera en que mis pies ya no pueden. Como no lo puedo apalabrar pues lo bailo, en mi caso sería todo lo contrario. Siento todo el tiempo y a veces no hay forma de pararlo, digo a veces, la mayor parte del tiempo para no decir siempre y caer en generalizaciones eternas. Entonces la vida me ha traido frente a ustedes para que les cuente algo.

     Dicen que el bachillerato toma cuatro años en realizarse, a mi me tomó unos siete años de los cuales no en todos tuve suerte pero al final tuve éxito. Una vez, Mirella y Samuel quien ya no está en cuerpo presente pero descansa, espero yo que en paz, me preguntaron una de estas preguntas inteligentes que te ponen a pensar. Lo lindo de todo es que yo pensaba que era para pensar en mi interior, así como una pregunta retórica, pues no era una pregunta concreta y estaban listos para escuchar. No recuerdo la respuesta exacta que les dije pero lo pensé largo y tendido y me dispuse a contestar para no quedar como una joven llena de aire en los sesos.

     Quisiera practicar nuevamente el experimento con ustedes. ¿Qué aprendí en esos siete años? Aprendí algo que ya sabía, la vida no es fácil pero la vida con cada año se va convirtiendo en un nivel de difícil a más avanzado. En mí casi creo que ya voy por el nivel experto, sección buda/ninja/jedi. ¿A ustedes no les pasa lo mismo?

     Aprendí unas cosas en Pre-cálculo I y II  que ahora ni puedo recordar. Aprendí algo de estadística que terminaba en interpretar los datos y decidir de manera interpretativa y no necesariamente en un baile, sino en tus análisis de esos números qué significaba para la sociedad. Aprendí que no todos los hombres mayores están puestos en tu camino para que te jodan la vida. Aprendí de muchos autores y actores. De Alejandro Dumas y que mi libro favorito se llama La Insoportable Levedad del Ser de Milan Kundera y que está muy cabrón tanto así como el Ensayo de la Ceguera y el otro libro del mismo escritor y que debería leer ya que sus tramas se interconectan. Aprendí que el sistema burocrático es más desagradable que como lo pintan los grafitteros en las calles. Que el periodismo cada día degrada sus reportajes a un nivel más bajo que los bonos puertorriqueños, aquellos que han sido categorizados como aquel metal, aquel el chatarra.

     Aprendí de la cojoba que utilizaban algunos tainos. Aprendí que las enfermedades mentales pueden tener su lado delicado y hasta bonito. Aprendí que en esta vida debemos movernos así sea hasta con la fuerza de la voluntad mental. Aprendí que una clase puede hacer que tu vida gire entorno hacia esa concentración. Que Mario Arill es uno de los mejores profesores de psicología y que José A. Cabán es uno de los mejores en Antropología de la Cultura, en la historia de la UPR y sus once recintos. Aprendí a conocer a Hemingway de otra manera aquella medianoche en París en la que me asomé a verlo desde un cinema caro de las artes finas en Hato Rey.

     Aprendí que un estudio demostró que mientras más grande es el recinto, menor el grado de logística en eficiencia para el estudiantado en hacer sus diligencias universitarias. Un saludito a Tarzán y su Colegio. Aprendí que no siempre hay que decirle que si a una aventura sexual, así hayamos coqueteado durante el camino. Que no significa no. Aprendí que las drogas pueden ser más fuertes que yo. Aprendí que me puedo morir en un segundo. Aprendí que hay personas buenas en el planeta que se van  y otras que se quedan para alegrarnos un rato más. Aprendí que a veces si se puede confiar y hay otras veces que aunque no querramos caer en juzgadores de apariencia, tal vez si tiene mil tajos de jeringuillas, si tiene una lágrima tatuada en su ojo derecho y además huele mal y se llama "Manny" pues probablemente sea un tecato que usa mi carro para ir al shooting y se mete los $500 que le di para que le cambiara las piezas que nunca vi.

     Aprendí que existían los maratones 5k y 10k para personas en silla de ruedas y que los puedo ganar casi todos o todos con renumeración económica porque no hay casi mujeres que compitan en esa categoría. Aprendí a tener condición física. Aprendí que tenía que salir por lo menos tres o cuatro horas para poder vencer cualquier barrera arquitectónica, gastronómica o económica que pudiera aparecer. Aprendí que la UPR de Río Piedras no es más que un universo donde están fusionadas todas las personas que conocí en el recinto de Mayagüez y en el recinto de Bayamón. Aprendí que si mencionas la Ley 51 como si te la supieras tal como se sabe la Borinqueña rebelde un boricua-fupista-independentista-soy-pelú-socialista-no-me-baño, puedes conseguir cosas que un par de ojos grandes y caderas amplias no podían conseguir. Aprendí que no pude ir a mi graduación de noveno grado y tampoco a la del bachillerato.

     Aprendí que el sistema bajo el cual se contruyó la UPR es una soberana basura pero que sus #ProductoUPR son las crema de la crema y no dudaría en poner a combatir de manera intelectual a todos mis estudiantes egresados. Pondría mi cabeza en un picador por el conocimiento de aquellos que pasaron por el único patrimonio que le queda a este país.

     No obstante, ¿saben qué cosas no me enseñaron? La Universidad no me enseñó a buscar trabajo. La Universidad no me dijo que por clasificados en línea tendría que enviar unos 300 correos electrónicos diarios para solo recibir un cinco por ciento de esa cantidad enviada en respuestas. No me dijo como recibir el rechazo de un entrevistador. Me enseñó a esperar barreras arquitectónicas en todos lados. La Universidad no me enseñó a como lidiar con los celos profesionales. No me enseñaron en la Universidad a superar que no me llamaban de aquel trabajo donde al parecer la
 entrevista había sido un éxito. Nosotros te llamamos y primero llamaba ese tipo con el que te besaste porque estabas un poco ebria. No me enseñaron a depender de una entrada de dinero llamada nómina.

     Si me enseñaron que en ésta, la Isla del Encanto, se trabaja todo por palas, pero no me enseñaron nunca que me dolería tanto cuando me pasara en carne propia, estar tres meses en una compañía y la cuñada de Fulana vino a trabajar con una mejor oficina, más horas y le pagan más claro y se la llevan de crucero. Esto muy a pesar de que Fulana a penas tiene un grado asociado de sanduichito college y tu un bachillerato de la mejor Universidad de Puerto Rico. Independientemente de qué Fulana diga "Haiga" y no sepa contestar el teléfono de manera profesional. No me enseñaron que el sistema burocrático de la palocracia seguiría operando aún muy después de haber terminado mi travesía por sus recintos.

     ¿Qué aprendí en la Universidad? Que el sistema puertorriqueño se rige bajo los estatutos de la palocracia cuando si realmente queremos alcanzar la excelencia debemos practicar la meritocracia.












martes, 17 de septiembre de 2013

Querido Dios:

                                                                                                 17 de septiembre 2013
       
Querido Dios:

          Mediante la presente quisiera presentar mi descontento hacia Su obra. Ya no Le rezo porque en lo que parecería ser un acercamiento posmodernista, cuando Le rezo, siento que estoy hablando conmigo. Y no, no soy tan arrogante como para pensarme Todapoderosa y Omnipotente, más bien soy todo lo contrario. Le escribo para quejarme ya que Su obra llamada “humanidad” no es lo que yo esperaba. Aun cuando no supiera qué esperar en realidad.

          Cuando me encontraba con un ateo me daba lástima que no creyera en Usted e intentaba convencerlos de Su existencia. Luego aprendí que cada cual tiene derecho a creer en lo que quiera y hay que respetarlo. Incluso cuando no se crea en nada. Yo no niego Su existencia pero en los últimos diez años, me he cuestionado Su supuesta perfección.

          Si Usted es tan perfecto, ¿Por qué somete a tanto dolor a familias cuya fe es inquebrantable? ¿Por qué Le da cáncer a niños que no han tenido tiempo ni para pecar? No obstante, Raymond el que le dio a la mujer, está robusto y saludable. Sin embargo Willy, el pillo de la urbanización, sigue en pie, vivito y coleando. No es que le desee la muerte a quienes la merecen, sino el perdonarles la vida a quienes si se lo han ganado.

          Me molesta Su sexismo, Su machismo.Ya lo dijo Freud que las mujeres le envidiábamos el pene a los hombres. Ya le corrigió Horney al decir que no era al pene lo que se envidiaba sino a la posición que se le concede al hombre por poseer un miembro. Por ejemplo, es socialmente aceptable que un hombre se siente con las piernas abiertas porque sino "se le sancochan los guevitos" pero las mujeres deben sentarse con las piernas juntas porque "andar espatarrá se ve mal". Entonces Usted permite que los hombres sean padres con un orgasmo pero las mujeres deben pasar nueve meses de dolor y malestar para ser madres.

          ¿Cuándo se va a acabar esta situación que algunos llaman sociedad? Unos le llaman libre albedrío, otros le dirán destino, yo no sé cómo llamarle. Si Usted sabe de algún otro planeta donde la vida sea posible pero desligada de los problemas anteriores, déjeme saber. Antes de treparme a la azotea de una escuela y comenzar a disparar a diestra y siniestra sobre vidas inocentes, me dirijo ante Usted y pregunto: “¿Se enorgullece de la humanidad? Yo no estoy orgullosa de ella. Tampoco pretendo culparlo solo a Usted, yo pude haber dicho: “No voy a correr”, pero lo hice y aquí estoy lamentando mi error. ¿Usted también lamenta ese error llamado humanidad?

                                                                                        No espero Su respuesta

                                                                                                 Un ser humano encolerizado











domingo, 28 de julio de 2013

Hospitales y cárceles






¿Qué tienen en común? En ambos sitios tu autonomía es referida a un tercero. Te cambian la ropa de civil en algunos casos, en otros lo que te sea más cómodo y si el caso es intensivo pues desnuda.


Pierdes tu humanidad, te conviertes en el televisor de la sala de espera. Es decir, todos te miran pero de manera pragmática. Sin interacciones humanas, sin intercambios orgánicos y emocionales.


Pierdes tu identidad ya no eres ese nombre que se te impuso al salir de tu madre. Ya después de acostumbrarte a la idea de que ese sería tu nombre. Ya luego un poco más tarde encajarías una conceptualización sobre la persona que guiarías desde el '87. La misma identidad que sería puesta en tela de juicio ya que tu identidad sería entonces remitida a un número en un récord.


Le preguntas al compañero de celda: "Y tú, ¿por qué estás aquí?" Esperando escuchar algo que te consuele sobre tu situación. Lo que es triste es que tu caso usualmente termina reflejando algo de perspectiva al caso de los demás...


Se estructuraliza todo. La hora de despertar, la hora de desayunar... La hora de cagar. Ya no perteneces a la corriente principal de ciudadanos afortunados de haber nacido en esta parte de la esfera global.