Puerto Rico es esa sobrina abusada por el Tío Sam. Despiadado quien debido a sus lazos sanguíneos no pudo oficializar como quiso su relación. Para eso estuvo Hawaii, su esposa trofeo en la espalda del mundo.
Una
sobrina que aun cuando fue abusada, también fue consentida. Al menos, eso le
hicieron creer con las ayudas federales, plan WIC, becas, plan ocho y los
diversos mecanismos en los cuales se suavizan los golpes de las embestidas del
tío quien arquea sus caderas en la dirección vaginal de su sobrina.
En
algunas ocasiones a ella le gusta y lo disfruta. Sesiones de macabro y morboso
sadomasoquismo ante el colapso de la economía puertorriqueña frente la llegada
de empresas foráneas que extraen como aspiradoras de riquezas los recursos
humanos y materiales que yacen en estos suelos.
Pero en cambio ella, gracias a algún padecimiento de relaciones de tipo
de codependencia, le buscaba, se excitaba y le esperaba cuando su tío le
molestaba sexualmente. En su caso la niña, Isla Consentida, no se molestaba
puesto que ni siquiera notaba sus rupturas vaginales, por donde fluían los
bienes pertenecientes a nuestras tierras. Las laceraciones provocadas por el
sadista de su tío se sienten aun hoy día.
La
niña Isla Consentida crece creyendo que su tío vino como salvador, venía
huyendo de una madrastra abusiva. Gratificaciones en pequeñas dosis para
satisfacer, callar los gemidos de la justicia que morían ahogados por gritos de
placer, producto de violaciones consensuales incestuosas.
El
tío se encargó de convencer a su sobrina, sobre ser la dicha de ser, su niña,
la Isla Consentida. Sobre cuan horribles podían ser las cosas si atentábamos a
actos de rebelión e independencia que llevaron al deshonor que sufrieron sus
hermanas antillanas.
Despierta
niña que se siente consentida sin saber que ya es una mujer lamentablemente
abusada. Mujer que merece libertad, independencia pero no de esas que es a
medias. Despierta isla ilusa, no seas tan puta. Perdón, no mereces que te llame
puta. Pero al menos despierta de esa terrible pesadilla que llamas soñar.
Despierta, puñeta.